Por: Kattia Trejo
El ruido puede ser definido como un sonido desagradable o no deseado para quien lo escucha, esto depende de la sensibilidad de cada persona. Sin embargo a partir de un cierto volumen todas las personas se sienten molestas.
La contaminación acústica presenta características concretas que lo diferencian de otros contaminantes, por ejemplo, es muy barato de producir y necesita muy poca energía para ser emitido, es complejo de medir y cuantificar, no deja residuos, no tiene un efecto acumulativo en el medio, pero sí puede tener un efecto acumulativo en sus efectos en el ser humano.
Se localiza en espacios muy concretos, se percibe solo por un sentido, el oído, lo cual hace subestimar su efecto. Esto no sucede con el agua, por ejemplo, donde la contaminación se puede percibir por su aspecto, olor y sabor.
Actualmente la contaminación acústica o de ruido es una de las mayores preocupaciones en las áreas urbanas. La Policía Ambiental del municipio de Zacatecas menciona que los reportes de alto volumen ocupan el primer lugar. Tan solo entre julio y septiembre se recibieron 271 denuncias sobre exceso de ruido.
Al estar expuesto a un sonido por un tiempo prolongado, la dosis de exposición del mismo, así como la condición física de una persona, se pueden presentar algunas reacciones fisiológicas y psicológicas que surgen como consecuencia de sonidos excesivamente altos y que tienen su origen en el deseo natural de autoprotección.
Los animales silvestres reaccionan a sonidos con un estado de alarma, por lo que están más atentos a posibles riesgos: se despiertan, esconden o se enfrentan a la causa del ruido y el cuerpo reacciona inmediatamente con la secreción de adrenalina.
El ser humano no es una excepción. El ruido provoca en él de forma instintiva las mismas reacciones aunque con frecuencias moduladas o inhibidas por la voluntad, lo que incrementa el nivel de estrés.
Podemos observar consecuencias psicológicas, físicas, sociales y económicas, como malestar y estrés, trastornos del sueño, pérdida de atención, dificultad de comunicación, pérdida del oído, afectaciones cardiovasculares, retraso escolar, conductas agresivas, dificultad de convivencia, costos sanitarios, baja productividad, accidentes laborales, pérdida de valor de los inmuebles, retraso económico y social.
Algunos estudios mencionan que la población expuesta a un nivel de ruido por arriba de los 65 decibles desarrolla a corto plazo un índice superior a un 20% de ataques cardíacos (estudio presentado en Barcelona, a cargo de la Dieter).
Los niños y los ancianos son más sensibles a los ruidos que perturban su sueño, aunque la reacción no es la misma: mientras los ancianos son más propensos a despertarse debido al ligero del sueño, ambos grupos muestran alteraciones vitales debido al ruido.
Con niveles de ruido altos, la tendencia natural de la gente hacia la ayuda mutua disminuye o desaparece, reapareciendo en el momento en que se suprime la presión sonora.
Un experimento de laboratorio con animales demostró que en un ambiente con ruido superior a 110 decibles (claxon de automóvil a un metro, sirena de ambulancia a la misma distancia, antro, concierto de rock, moto a escape libre, etc.), los procesos cancerosos aparecen y se desarrollan con mayor rapidez.
Un ruido escuchado por un largo tiempo de exposición es lo que provoca malestar, por eso te invitamos a considerar esto la próxima vez que pongas una bocina o realices una fiesta, para respetar la salud de los demás.