Por: Heraclio Castillo
Recuerdo que una de las primeras entrevistas que realicé a Fito Bonilla fue por allá del 2016, cuando recién tomaba posesión como presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Era un domingo, pasadas las 3 de la tarde y era el último de la lista de reporteros agendados. En teoría tenía entre 10 y 15 minutos para hacer la entrevista, pero esta se prolongó por más de una hora. El tiempo se fue como agua.
Lo conocía de antes, en algunas entrevistas cuando fue diputado federal o cuando estuvo al frente de la Secretaría de Economía, pero en esa entrevista de febrero del 2016 se “abrió” con una franqueza que no había visto antes.
En sus manos quedaba el reto de llevar al PRI al triunfo en el proceso electoral que se realizaría ese año, el mismo proceso en el que Alejandro Tello fue electo gobernador de Zacatecas para el periodo 2016-2021. El paquete era grande y así lo reconoció, pero se dijo confiado en la unidad del partido para salir adelante en el proceso.
Y aquí hago un paréntesis para recordar un episodio de meses antes. Seríamos tres o cuatro reporteros los que nos encontrábamos aquel día en las oficinas del PRI estatal esperando que los aspirantes a la candidatura a la gubernatura salieran de la oficina de Pepe Olvera para anunciar quién sería el candidato oficial.
Salió Roberto Luévano, sereno. Salió Carlos Peña, políticamente correcto. Y salió Fito Bonilla, con el rostro colorado, de palabras breves, pero cortés con la prensa. No fue “su momento”, pero pasaron los meses y una vez en la dirigencia estatal del partido parecía haber asimilado la noticia y, como todo priísta, se cuadró, se disciplinó y sacó adelante el proceso.
Pongo este antecedente porque en aquella entrevista del 2016, ya como dirigente del partido, Fito Bonilla mostró no solo el grado de disciplina y unidad que ha distinguido a los verdaderos tricolores, los de hueso colorado, sino que mostró a un Fito Bonilla a la altura de las circunstancias y que se pone la camiseta por el bienestar colectivo por encima del interés personal.
Hemos coincidido en otros escenarios. Por lo regular siempre tiene datos precisos y frescos ante cualquier entrevista “banquetera” y eso se agradece entre la prensa. Conciso en sus declaraciones, a veces desespera su sonrisa porque dan ganas de apretarle los cachetes.
Me ha tocado conocer más su perfil institucional, serio, políticamente correcto, que en la informalidad, más relajado y muy atento, como aquella entrevista del 2016 (perdón que lo reitere, pero en mi trayectoria en el periodismo, fue una entrevista diferente).
Había escuchado muchos comentarios sobre lo agradable que le parecía a la gente, aunque lo dudaba, hasta que en mi círculo cercano esos comentarios se hicieron más recurrentes. Describían a Fito Bonilla como una persona con carisma, que sabe reconocer el valor (y el trabajo) de cada persona, lo que cada uno tiene que aportar para un proyecto, un líder que sabe convocar y unificar causas, con visión de estadista, de empresario, que le entra a jale y ante cualquier traba sale adelante.
Recientemente he tenido oportunidad de conocerlo más y he llegado a coincidir en esos comentarios. Hasta me cae bien, aunque sigue teniendo un defecto que no se podrá quitar nunca: es fresnillense.
Así es Fito siempre !!! Y creo que lo seguirá siendo, es un hombre que habla de tener triunfos sin derrotar a nadie y eso también denota no solo al buen político, sino del extraordinario ser humano que es él Larga vida para Fito !!!!