Antes de que yo tuviera mi primera cartilla de elector, escuchaba a mis tíos hablar de los candidatos, en esa época el PRI y el PAN y siempre ganaba el PRI. Había un mayor control de la dirigencia de los partidos entre sus militantes. En ese tiempo, los actores políticos tenían principios éticos y su ideología era fuerte. Escuchaba decir que iban a “destapar” a tal o cual político, también se decía el candidato será por “dedazo”, porque era el más preparado, con más experiencia por haber ocupado puestos de relevancia, el que traía la camiseta bien puesta.
Ya me había tocado votar en dos ocasiones cuando se fragmentó el PRI y se formó el PRD. Entonces recuerdo que eran tres partidos, y después cinco cuando se registraron el Partido Verde Ecologista y luego el PT. Se escuchaba mucho decir “divide y vencerás” y observé un cambio más fuerte, se hizo evidente la descomposición de los partidos políticos y pérdida de fuerza. Los discursos con argumentos se convirtieron en retóricas, reflejando la falta de interés y compromiso de la clase política con la sociedad.
Luego los partidos políticos se convirtieron en un desorden, vinieron otros partidos como Movimiento Ciudadano y MORENA y el PES, entro otros, siguieron las alianzas y el comúnmente llamado “chapulineo”, empezaron militantes de un partido a cambiarse a otro como si nada pasara, brincando como chapulines, por así convenir a sus intereses personales, o a los de algún partido, mas no por el bien del pueblo; ya sea porque el otro partido les ofrecía alguna candidatura más prometedora. Muchos se escudaron diciendo que el pueblo vota por la persona.
Al parecer a muchos políticos “chapulines” no les preocupa la pérdida de credibilidad y confianza de los votantes. Al principio, esa práctica tenía un costo político. Si un militante se cambiaba de partido y luego quería regresar, ya no le era permitido, ni postular a un militante de otro partido por considerarlo traición. Ahora saltan como “campamochas” dirían en mi tierra, de un lado para otro, a conveniencia muy particular y hasta defienden esta práctica.
Por otra parte, en el Congreso de la Unión, hay diputados que andan en campaña permanente y senadores que se dedican a promover al hermano o al hijo, para alguna candidatura de relevancia o un puesto de elección popular, en vez de legislar.
Así en Zacatecas, se mantienen en la nómina del gobierno algunos actores políticos “haciendo nada” y saltando de una dependencia a otra, mientras llega otra oportunidad de una nueva posición o candidatura. Otros que tienen cuentas pendientes, buscan la oportunidad para candidatearse y contar con fuero.
Cada día se ve más común, ya se convirtió en algo normal en algunos políticos la práctica del “chapulineo”, y es que una vez que se acostumbraron a vivir a expensas del erario, con altos sueldos y otros privilegios, difícilmente se acostumbrarían a vivir como el ciudadano común. Son expertos simuladores, cuando en realidad lo que buscan es hacerse de riquezas en vez de servir al pueblo.
Actualmente, MORENA se lleva la corona del “chapulineo” con el fin de asegurar mayoría en las curules del Congreso de la Unión, alcanzaron cargos en la Cámara de Diputados (50.2%) para así tener el control. Lo peor es que está permitido. ¿Será señal de crisis en el sistema político mexicano?
Nosotros los ciudadanos debemos reflexionar seriamente, antes de tomar la decisión de por quién votar y hacernos preguntas como: ¿Cuál de los candidatos tiene más experiencia y compromiso? ¿Quién de los candidatos se ha interesado por el bienestar, la paz, salud, igualdad de oportunidades, grupos vulnerables, derechos de la mujer, seguridad, educación y empleo? Y para toda la población, sin exclusiones.
En las elecciones de 2021 se encontrarán con un pueblo desgastado por la situación que se está viviendo con el COVID-19 y por otra parte, enfadado y cansado de la misma retórica de algunos políticos, que mientras promueven el voto prometen muchas cosas y cuando llegan al puesto, ignoran a la población que confió en ellos. Piénsalo bien, la decisión es tuya.