Vivir con VIH o SIDA

Cuando yo era adolescente, en los últimos años de la década de los 90 y la transición al nuevo milenio, hablar del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) era como si estuvieras hablando de consumir drogas o de gente que llevaba una “mala vida”.

La verdad la gente entonces era muy puritana, aunque tengo la impresión de que más bien eran de doble moral, porque había prácticas sociales en las que más valía conservar una “buena imagen” ante los demás y que nadie advirtiera que nuestra vida era un desastre. No es nuevo eso de vivir de las apariencias, pero antes parecía norma.

Con el tiempo mi grupo de amistades se diversificó y aunque mi madre llegó a pensar que la gente a la que frecuentaba en la preparatoria no era “buena influencia”, pero la verdad es que la mala influencia era yo, aunque esa es otra historia. Fue en ese tiempo que conocí de cerca algunos casos de personas que vivían con VIH o SIDA, un tiempo en el que ya se habían desarrollado tratamientos para contener el virus y sus efectos, pero los prejuicios aún se mantenían.

En Zacatecas hubo diversos colectivos y asociaciones que se enfocaron en desmitificar lo que es vivir con VIH o SIDA y no todo era como ser una Lady Di, con todo ese glamor y sus amistades celebridades para hacer activismo. En el fondo era enfrentarte a que el gobierno te cerrara las puertas para la difusión de contenidos informativos, o que te negaran preservativos para la promoción de estilos de vida saludable (recuérdese que el uso del condón no es solo un método anticonceptivo, sino también de prevención de infecciones y enfermedades de transmisión sexual), o que incluso te sabotearan algunas actividades para sensibilizar a la población.

¿De qué grado ha sido el problema? Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hacia el 2017 aún había una gran proporción de la población en el país que no aceptaba por nada del mundo convivir con una persona con VIH o SIDA.

Por ejemplo, el 56.6% declaró que no estaría de acuerdo en que su hijo o hija se casara con una persona con VIH o SIDA, una proporción mayor al 43% que declaró estar en desacuerdo con los matrimonios igualitarios; o el caso del 35.9% de quienes dijeron que no rentarían un cuarto de su vivienda a una persona con VIH o SIDA. Parece que es menos grave ser homosexual que tener esta enfermedad crónico degenerativa, tal como la diabetes, pero como la mayoría piensa que solo se transmite por la vía sexual, ya lo criminalizan.

Habría que dar gracias de que en Zacatecas se tiene una de las tasas de incidencia de casos más bajas del país y mucho se ha debido al trabajo realizado desde el sector salud y de organizaciones que han sensibilizado a la población sobre la prevención y el uso del condón, porque la verdad eso de tener relaciones sexuales únicamente con la pareja no es garantía de nada y más considerando que las relaciones monogámicas cada vez son menos.

De hecho, una buena parte de los contagios en Zacatecas se trata de mujeres cuyas parejas son migrantes, así que la fidelidad tampoco es un método de prevención porque ojos vemos, vales de “fichapool” no sabemos. Y aunque el VIH o SIDA no son mortales, ¿para qué se arriesga uno a que el Gobierno federal no garantice sus medicamentos por la desaparición de fideicomisos? Todo se puede resolver con un condón.

Este 1 de diciembre, Día Internacional de la Lucha contra el VIH/ SIDA, hagamos conciencia sobre las prácticas de riesgo que nos pueden exponer a nuevos contagios. Si se puede prevenir, ¿para qué jugarle al vergas? Ya suficiente tenemos con la pandemia por el COVID-19 como para preocuparnos por una nueva oleada de contagios de VIH.

Si usted conoce a una persona con VIH o SIDA, tampoco es que lo tenga que andar gritando a los cuatro vientos, porque también tienen derecho a su privacidad y sería violatorio de sus derechos humanos, pero sí es muy importante que el contacto no se pierda, que se mantenga la cercanía y el apoyo. Si aún le da “cosita” tratar con una persona con VIH o SIDA, tal vez quien necesite ayuda es usted. Trabaje sobre sus prejuicios y ayudemos a construir una mejor sociedad.