No odio a Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), pero no votaría por los candidatos que tendrá en este proceso electoral en la coalición MORENA-PT-PVEM-Nueva Alianza. ¿Eso me hace “prianista”?
Si algo tiene mi familia es la pluralidad en la afinidad política de cada uno y aunque por momentos las discusiones se tornen intensas, al final se respeta la decisión de cada uno.
Los hay de izquierda, en un fanatismo que en el que ni siquiera se puede concebir mencionar ciertos nombres, y lo mismo ocurre en aquellos que se inclinan más hacia la derecha o quienes se mantienen en un punto intermedio. Al final, nos sentamos a la misma mesa y seguimos conviviendo como familia, mientras las condiciones de la pandemia por el COVID-19 lo permitan.
Cumplí la mayoría de edad en el 2003, por lo que mi primer voto fue en el proceso electoral del 2004, cuando Amalia García Medina ganó la gubernatura. Luego vinieron las elecciones del 2007, las del 2010 cuando Miguel Alonso Reyes obtuvo la gubernatura, en el 2013, en el 2016 cuando Alejandro Tello Cristerna resultó electo gobernador de Zacatecas y el último proceso en el que ejercí mi derecho al voto fue en el 2018, en la elección presidencial en la que Andrés Manuel López Obrador se alzó con el triunfo para la Presidencia de la República.
Nunca he estado afiliado a un partido político. Nunca me ha interesado estarlo. Pero en cada proceso electoral he procurado ejercer mi derecho al voto, incluso cuando la labor periodística complica ejercer este derecho.
Pero me remito al último proceso electoral en el que MORENA por primera vez tuvo una conquista importante en la vida democrática del país. En ese proceso electoral, al igual que muchas otras familias en el país, mi voto fue diferenciado. Es decir, no voté por el mismo partido para la Presidencia de la República, ni por las diputaciones federales, ni por las diputaciones locales, ni por los Ayuntamientos.
A estas alturas creo que sería muy ingenuo pensar que la militancia de un partido votará necesariamente por el partido político en el cual milita. Si ni siquiera la ciudadanía que no está afiliada a un partido político lo hace, ¿qué nos llevaría a pensar que los militantes o simpatizantes obligadamente votarán por su propio partido?
Y aunque actualmente hay muchas personas convencidas del Proyecto de Nación del presidente Andrés Manuel López Obrador, no necesariamente tienen la misma confianza en los perfiles que hoy impulsa MORENA o los partidos con los que va coaligado en el proceso electoral 2020-2021.
En el 2018 nos hicieron varias promesas (o compromisos, como quiera llamarlos) que no se han cumplido a cabalidad a estas alturas. Y no hablo exclusivamente del gobierno federal. Pero eso generó una pérdida de expectativas que derivó en desconfianza y conocidos varios perfiles hoy registrados como candidatos ante el Instituto Electoral el Estado de Zacatecas (IEEZ), el panorama para esta elección se ve harto difícil.
Para nadie es secreto mi orientación sexual y en su momento celebré las acciones afirmativas promovidas desde el Instituto Nacional Electoral (INE) y el IEEZ para integrar cuotas de representación de minorías como personas con discapacidad, indígenas y de la diversidad sexual, aunque a estas alturas podría asegurar que ninguno de los perfiles registrados me representa, ni como habitante de esta entidad ni como persona de la diversidad sexual.
Pertenezco a un grupo poblacional que es profesionista, que paga impuestos y genera empleos, entre los 30 y 40 años de edad, lo que significa que no califico para ninguno de los los Programas para el Bienestar que en este momento están disponibles. Recordemos que Jóvenes Construyendo el Futuro tiene sus periodos específicos y lineamientos para acceder al beneficio, aunque con las irregularidades ya denunciadas en medios de comunicación y por la propia Auditoría Superior de la Federación (ASF), sin que haya correcciones en ese sentido.
La alternativa que queda al grupo poblacional al que pertenezco, con las características económicas de mi actividad, limitarían mi acceso a programas específicos como los créditos anunciados hace un par de semanas por la Secretaría de Economía, pero al no reunir los requisitos, no califico.
No es una dinámica exclusiva de esta administración. Normalmente a la población económicamente activa la relegan de los beneficios de los programas sociales o de apoyos del gobierno, sean del nivel que sean, pues la mayoría de los apoyos se concentran en menores de edad, estudiantes universitarios, madres solteras, personas con discapacidad o adultos mayores. ¿Y los demás?, ¿no hay grupos vulnerables fuera de ese espectro?
A lo que voy es que, como ya escribía en una columna reciente, una elección es el examen final de una administración y si la población no se vio beneficiada con alguna política pública (que es muy diferente a un programa social), difícilmente emitirá su voto a favor. Mucho menos si los perfiles que estarán en una boleta son sábanas muy orinadas que ya han tenido su oportunidad y nunca cumplieron con sus compromisos.
No es gratuito que a estas alturas del proceso electoral haya una alta proporción de votantes indecisos en las diferentes mediciones de percepción sobre las preferencias electorales e incluso dudaría de sus resultados, beneficien a quien beneficien. La Cuarta Transformación tan prometida debería sentirse en los hogares y si hay descontento incluso entre la militancia, ¿qué nos espera a los votantes sin partido?