Votar por deber y por derecho

La primera vez que voté fue en las elecciones de 1976. Lo único que sabía de política era lo que escuchaba platicar a mis tíos, ¡que ya habían destapado al candidato! Era José López Portillo, era el único candidato, elegido por “dedazo”. En ese tiempo no había tantos partidos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era el principal y creo que era en alianza con otro partido, otro era el Partido Acción Nacional (PAN) pero no figuraba en ese tiempo o no presentó candidato.

Hasta ese momento supe que tenía derecho a votar y lo hice, todos formados de manera muy ordenada, pero no recuerdo que sintiera ningún entusiasmo por ello, lo único que sabía es que no tenía que elegir porque creo que todos votamos por el candidato del PRI, eso ya se sabía desde antes de las votaciones.

En cuanto al período de campaña, muchas cosas son iguales, como el acarreo de personas a los actos públicos, lo que sí veo es que conforme pasa el tiempo hay más derroche. En esa época ni siquiera había internet, mucho menos existían las redes sociales de ahora. La promoción era a través de la prensa, radio y televisión. Una frase insignia de la campaña de López Portillo fue “defenderé el peso como un perro”, y así nos fue.

Obvio que si era un solo candidato no había debates, así de simple. Después la decepción. Se decía que López Portillo había endeudado excesivamente al país, que se devaluó nuestra moneda (el peso mexicano). En su último informe de gobierno, en forma un tanto teatral, pidió perdón por no haber podido combatir la desigualdad social.

Aunque mi primer sufragio no fue razonado, sí pensaba por qué no ponían candidatos de otros partidos, ya que recordaba la matanza de Tlaltelolco ocurrida en 1968 (donde murieron muchos estudiantes), cuando era presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, del mismo partido hegemónico.

Siguieron los comicios de 1982, en esa ocasión fueron seis los candidatos, para ese tiempo ya me daba cuenta de lo que ocurría, el candidato destapado por dedazo era Miguel de la Madrid Hurtado, hubo mucho derroche en su campaña, la cual fue muy intensa, se movía a veces en avión o en helicóptero, acompañado de reporteros, tenía espacios informativos en televisión y prensa.

Y los mismos discursos y promesas de campaña que se escuchan a la fecha: combatir la corrupción, la desigualdad social, el desempleo y disminuiría la inflación. Todas las promesas que pregonó fueron solo eso.

Para las elecciones de 1988 que el candidato del PRI era Carlos Salinas de Gortari, en esa ocasión había contendientes fuertes, más competitivos, se postularon candidatos de cinco partidos para la presidencia (PRI, PAN, PDN, PRT y PDN).

En las casillas había representantes de todos los partidos y nos empezamos a formar desde temprana hora para votar. Después de concluida la votación y realizado el conteo, el presidente de casilla tenía que llevar la documentación al distrito electoral.

Al día siguiente informaron acerca de una supuesta “caída del sistema” de cómputo, siendo muy cuestionado un posible fraude electoral. Nadie creyó esa caída del sistema, que duró una semana. Hubo muchas protestas y manifestaciones, sin embargo, no pasó nada.

Entonces, Manuel Bartlett Díaz era el titular de la Comisión Federal Electoral (CFE) encargada del conteo de votos. Los otros candidatos, Manuel J. Clouthier (PAN), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (FDN) y Rosario Ibarra de Piedra (PRT), Gumersindo Magaña Negrete (PDM), denunciaron irregularidades en los comicios y fraude electoral.

Entre las irregularidades se mencionaban repartición anticipada de credenciales electorales ya cruzadas a favor del PRI, duplicidad de credenciales. También se registraron actos de violencia unos días antes de los comicios.

Me pongo a pensar que con el presupuesto que asignan a los partidos políticos se podría pagar la deuda pública en lugar de andar publicando propaganda en todas sus formas que termina en la basura.

Y ¿qué pasa cuando ninguno de los candidatos llena mis expectativas? Cuando votamos queremos que gane el mejor, el más competitivo, quien tiene más sensibilidad, más experiencia, pero si vemos que “ni a cuál irle”, pues es mejor no votar por el peor.

El sufragio es cuando mediante nuestro voto elegimos entre varias opciones (candidatas o candidatos) quién queremos que nos represente y tome las decisiones en los asuntos públicos. El voto es un deber y un derecho que tenemos y debe ser personal, secreto y libre, no debemos permitir votar bajo alguna presión, intimidación o coacción.

2 comentarios en “Votar por deber y por derecho”

  1. En el pasado hacían con sus trampas votar hasta los muertos, esperamos que ahora a pesar del autoritarismo del actual gobierno federal tengamos una contienda electoral limpia y en paz que ayude a mantener la democracia.

  2. No recuerdo cuando voté por primera vez, lo que sí tengo presente de mi niñez en Sinaloa, que el patriarca de casa era mi tío Alfonso, que a todos grandes y chicos nos subía a su pick up con cacerolas y todo lo que hiciera ruido, para llevarnos a manifestarnos a favor del PAN, (😁 que pena) el candidato seguramente extranjero, de nombre ROLF HAMPL, y que supongo mi tío apoyaba, no ganó por suerte.

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