Julión, Covixxx, los morrillos y la UAZ

Bueno, pues la semana pasada me aventé “la aburridora” del baile de Julión, porque muchos pensamos que ese baile iba a ser un muy mal, malísimo evento en el que el contagio del Covixxx sería la principal característica.

En esta semana se ha visto un alza en el reporte diario del virus, pero hasta el momento no ha sido tan estrepitoso como muchos pensamos, eso es bueno y ojalá así sigan las cosas, porque además lo maravilloso es que las muertes van muy mucho rete harto a la baja.

El pinchi bicho se ha vuelto un dolor de cabeza y el maldito no se quiere ir, cuando comenzamos a pensar que ya vamos a salir, nos sale con un ataque a la familia y a los amigos, en ambos casos duele igual, la preocupación es fuerte y la angustia no se detiene.

Esta semana como cada año es la semana de las graduaciones, se me hace muy triste por los pobres morrillos que salen de la secundaria y de las prepas, de por sí que es una edad difícil e importante para la socialización (o eso dicen, yo afortunadamente nunca socialicé y soy bastante despreciada), pero dicen que es un tiempo importante en la formación, tiempo que a ellos les fue negado por la pandemia.

Los pobres no tuvieron la opción de un baile mamalón, de un viaje a sabe dónde y quizá haya grupos de morros que lo hagan, pero en serio no creo que valga la pena el riesgo que pueden corren, mi huerca por sí o por no, sigue encerradilla, saliendo lo menos posible y ya, no es que seamos ejemplo ni mucho menos, es que en realidad somos miedosas y felices en casita.

Esta semana, además de la “deprimencia” que les puede entrar a los pobres mensos por la falta de fiestas de graduación, se unió a los adolescentes el estrés causado por los resultados de ingresos a prepas y universidades, me encantó pensar en la angustia por la que estarían pasando y sin oportunidad de reunirse en bolitas a echar chelas clandestinas y sacarse un poco el estrés.

Hay algo que me pone medio triste y es pensar en serio en la estabilidad mental de los adolescentes encerrados, para uno como “adulto independiente con gustos bien dementes” es menos preocupante, porque se puede uno salir a echar una caguama a media noche, pero en el caso de ellos (quizá no todos, pero sí muchos), carecen de la libertad y la lana para hacerlo.

Pobres morros, neta está gacho, su estrés es más alto, tienen más presiones y cada vez menos oportunidades en muchas cosas, una de las que he pensado es en los mecanismos de aceptación en la universidad, en mi caso recuerdo que llegué (es más ni fui yo, fue mi hermana Chapis) a preguntar si me aceptaban, dijeron que sí y a los dos o tres días ya estaba en la universidad.

Ahora es mucho el pedo al que se enfrentan entre el examen de admisión, la preparación previa, la espera para el resultado y si son aceptados, la felicidad y si no lo son, la angustia por la que deben atravesar.

Además, si para nosotros es complicado actualmente tener una chambita, supongo que para los que ingresan actualmente será aún mayor; ojalá me equivoque y los pobres güeyes tengan mayores oportunidades.

Y antes de irme, les presumo que estamos de manteles largos porque la Angelilla fue aceptada en la carrera que ella quiere y en la universidad de ella quiere (Ella también será una Tuza como algunas de mis carnalas y por supollo Yo merengues), fue en ella en quien vi el estrés, la tensión y, en su caso, ahora la alegría, espero que muchos chamacos estén en la misma condición que mi hija y con mucha más esperanza anhelo que tengan padres chidos que los escuchen y atiendan en sus brotes de angustia y estresadera, ojalá no sean como yo que la golpeo y le echo carrilla.

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