La ciudad donde nací se llama Los Mochis y es la cabecera municipal de Ahome, Sinaloa. La palabra Mochis proviene de “mochic” en la lengua yoreme, que significa “tortuga”, y es que en los años 70 recuerdo que había muchas tortugas. En esa época la ciudad estaba poco poblada, en el municipio de Ahome no casi todos nos conocíamos.
En ese tiempo había pocas calles pavimentadas y unos cuantos arbotantes que iluminaban las calles por las noches, que se complementaba con el brillo de la luna y las estrellas. Toda la plebada jugábamos en la banqueta y hasta en la calle, ya que era poco transitada por vehículos.
No había contaminación y nos sentíamos seguros, las puertas de las casas generalmente estaban abiertas, por las tardes nos salíamos a sentar a la banqueta, porque en mi tierra las calles y las banquetas son muy anchas, rectas y planas, es una ciudad bien trazada.
En tiempo de calor acostumbrábamos dormir en el patio, en catres de lona, debajo de los árboles, era bonito contemplar la luna y el cielo estrellado, las constelaciones, era muy relajante darle vuelo a la imaginación, al observar las figuras que se formaban con las nubes, bueno en realidad no sé a ciencia cierta si adquirían formas o eran producto de mi imaginación.
No solo en mi casa se dormía en el patio en catres de lona o de jarcia, cuando visitábamos a mis primas de Guasave, también tendían los catres, pero en el pasillo exterior de la casa y así en muchas casas se acostumbraba dormir así. Con otros tíos acostumbraban también dormir en el campo al aire libre y nos ponían pabellones de manta de cielo para que no nos picaran los mosquitos.
Como había una fábrica de azúcar de Benjamin Johnston, en ese tiempo la actividad principal era el cultivo de caña de azúcar. La casa de la familia Johnston, llamada “La Casa Grande”, se localizaba cerca del ingenio azucarero. Cuando yo estaba en la preparatoria a veces pasaba junto con mis compañeros a visitar esa casa, ya no vivía nadie, pero quedaban rastros de su majestuosidad, las paredes estaban cubiertas con maderas preciosas y una hermosa escalinata con pasamanos de hierro forjado.
Lo que más llamaba la atención era el gran jardín botánico que la rodeaba, hay una variedad impresionante de plantas que fueron traídas a ese lugar de diferentes partes del mundo. Disfrutábamos de los bellos jardines y del canto de los pájaros que volaban entre la vegetación. Cerca de “La Casa Grande” había una colonia donde vivían los empleados y ejecutivos de la fábrica de azúcar.
Recuerdo mucho esa residencia en ruinas porque sin duda fue la más moderna de la ciudad, además el empresario Benjamin Johnston aportó al desarrollo de la ciudad de Los Mochis, Sinaloa.
En las mañanas se escuchaba el pitido de la fábrica a la hora de entrada a trabajar, igual sonaba cuando salían los trabajadores. En tiempos de zafra, no podíamos tender ropa porque se llenaba de tizne, volaban en forma de tiritas obscuras.
En los años 70 el dueño del ingenio azucarero ya no era Johnston porque falleció y su viuda vendió las propiedades al empresario Aarón Sáenz. En la actualidad está abierto al público el jardín botánico de Los Mochis o “Parque Sinaloa”.
En mi tierra se localiza el puerto de Topolobampo y también hay playas muy bonitas como Las Ánimas y el Maviri, donde se puede disfrutar de un delicioso pescado zarandeado, callos de hacha o cualquier otro marisco, a la orilla del mar.
Cuando escucho hablar solo lo malo de mi tierra o de México me da tristeza porque si bien es cierto que antes no había la inseguridad que existe ahora, en todas partes hay de todo y debemos reconocer lo bonito de nuestro país y de nuestros estados. Los Mochis es una ciudad bonita, moderna, con gente muy trabajadora y que ha progresado en muchos aspectos.
Así es o más bien así era. Aquí en tu nueva tierra todas las casas abiertas, jugábamos en la calle y los papás no tenían tanta preocupación porque ni autos había, aún así el abuso sexual reinaba y nadie de la familia lo notaba. Creo son ahora los padres de estas generaciones de asesinos y abusadores
¡¡¡Hermosos recuerdos quiero irrrrr!!!
Muchísimas felicidades Enedina, por tener esa habilidad y valentía de transmitir nuestro ayeres de nuestra tierra.