De acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), en el 2020 hubo 373 mil 661 nacimientos de madres de entre 15 a 19 años de edad, es decir, más de 1 mil nacimientos de madres adolescentes cada día.
Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018 que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 5 de cada 10 adolescentes que fueron encuestadas manifestaron que no deseaban estarlo. También se estiman 11 mil 808 nacimientos en niñas de 10 a 14 años, es decir, cada día 32 niñas se convierten en madres en nuestro país.
Al respecto, hay que considerar que en 2018 la tasa de fecundidad de mujeres entre 15 y 19 años en México fue de alrededor de 59.45 nacimientos por cada 1 mil mujeres, lo que da una idea de la magnitud del problema.
Y en Zacatecas no nos quedamos atrás. Del 2018 al 30 de abril de 2020, al menos 210 niñas de entre 10 y 14 años se convirtieron en madres y 7 mil 317 jóvenes de 15 a 19 años. La cifra coloca a Zacatecas con mayores índices de madres adolescentes.
Los municipios que presentan mayor índice en esta atención médica son las localidades de Guadalupe y Zacatecas, con 923; seguidas de Fresnillo con 518; Jerez y Loreto con 87 y 94 legrados respectivamente en dicho periodo.
Además, los diferentes tipos de abortos registrados en este lapso fueron en mujeres de 20 a 24 años, con 402; seguidas por las de 25 a 29 años con 345; y las de 15 a 19 años, con 334.
Sin embargo, a pesar de lo que muestran estas estadísticas, aún hay quienes prefieren no voltear a verlas y evadir la gravedad del problema que implica el embarazo en adolescentes.
Por una parte, los grupos provida que en su eslogan “salvemos las dos vidas” parecen violar el derecho de las menores que viven un embarazo no deseado y al obligarlas a continuar con su gestación las están condenando a truncar su proyecto de vida, sin olvidar que comprometen su salud, su integridad y su desarrollo, incluyendo el del futuro bebé.
Pero la educación sexual también debe ser vista con conciencia de clase. En los estratos económicos más bajos es difícil pensar en que las menores pondrán contar con educación sexual donde se les hable de la prevención de embarazos o de enfermedades de transmisión sexual, incluso garantizarles el acceso a los servicios de salud.
Así lo han constatado diferentes especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México e incluso el propio Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), ese ente tan “neoliberal” repudiado por la 4T, ha evaluado la eficacia de las estrategias federales en la prevención del embarazo en adolescentes, demostrando su poca efectividad y las deficiencias en su diseño e implementación.
Sobre el embarazo en adolescentes hay múltiples factores que inciden en esta circunstancia, desde las desigualdades sociales, la violencia contra las mujeres y niñas, el abandono o deserción escolar, hasta costumbres en ciertas localidades rurales, principalmente en el sur del país, donde se ha visto una mayor tasa de nacimientos de hijos vivos en menores de edad y en los estratos socioeconómicos más pobres.
Ante estas circunstancias, cuesta creer el eslogan de los grupos provida, “salvemos las dos vidas”, y ha tenido que ser la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien dé los primeros pasos hacia la interrupción legal del embarazo en casos de violación, aunque todavía falta poner el acento en la prevención del embarazo en adolescentes y fortalecer las estrategias emprendidas.
A menudo a las niñas se les impone un proyecto de vida al que deben aspirar y que se resume en lograr el matrimonio y tener varios hijos. ¿Y si desde las escuelas y en el seno familiar les enseñaran que las niñas pueden aspirar a ser “algo más”? Ahí radica la importancia de visibilizar qué tan lejos han llegado las mujeres: líderes, profesionistas, independientes, “algo más” que ser esposas y madres de familia.
La prevención del embarazo en adolescentes también inicia con un cambio de paradigma cultural.