Como todos, a lo largo de mi vida he pasado por mil situaciones que me han dejado lecciones, satisfacciones, aprendizajes, amores, desamores, amigos y sobre todo muchos motivos para vivir agradecida.
Aprovechando la cercanía de la celebración del Día de Gracias, muy arraigada en Estados Unidos, me permitiré platicarles algunas cosas.
Un día descubrí como por inspiración divina, sí, así mero, lo afortunada que soy porque sé leer y escribir, que me gusta y que gran parte de mi vida laboral me he ganado la vida haciendo eso que tanto me gusta: leer y escribir.
Leer y escribir puede parecer algo tan trivial, tan cotidiano, tan equis en estos días en que muchos lo saben hacer, aunque lamentable no todos, pero no lo es, es sumamente importante, y lo descubrí de rodillas, lavando pisos con un cepillo para dejar blancas las juntas de las baldosas.
De acuerdo con el censo de Población y Vivienda de 2020 del INEGI, en Zacatecas, cuatro de cada 100 personas de 15 años y más, no saben leer ni escribir y el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de edad es de 9.2, lo que equivale a poco más de secundaria concluida.
Una vez que comprendí la importancia de saber leer y escribir hubo un momento en que literalmente, me detuve, solté el cepillo, volteé al cielo y di gracias por saber leer y escribir y haber vivido de ello.
Ese descubrimiento fue revelador para mí y a partir de ese momento vi la vida de una forma distinta y no exagero.
En nuestra vida cotidiana hay muchas, miles de cosas que deberíamos agradecer, por muy equis que nos parezcan.
Por ejemplo ¿a alguien se le ha ocurrido agradecer la existencia de papel higiénico?, incluso el mismo retrete tal cual lo conocemos, que por cierto apenas en 1880 es lo que conocemos ahora.
¿Alguien se ha detenido a agradecer que se descubrió cómo funcionan las vacunas? Fue una mente brillante la que observó y observó a la naturaleza y gracias a este tiempo que invirtió, la humanidad ha erradicado enfermedades y evitado la muerte de muchas personas.
Mi padre me platica cómo escribía cuando estaba en la escuela, con mangos y puntillas montables que debía remojar en tinta, ahora tenemos bolígrafos de todos los colores para no batallar al escribir…
Ahora es obligatorio ir a la escuela y lo es para niños y niñas. Cuando mi mamá era chiquita no pudo estudiar más allá de segundo de primaria porque su padre le dijo que ya sabía leer y hacer cuentas, que con eso bastaba, que en lo que ella debía aplicarse era a aprender a tortear, lavar y a remendar el calzón del viejo, porque se iba a casar para que la mantuvieran.
Durante 300 años, cualquiera que profesara una fe diferente a la católica era quemado en la hoguera, ahora, al menos en Zacatecas, cada quien es libre de creer en lo que quiera y agradezco infinitamente eso.
Hay muchas cosas que podemos y debemos agradecer y generalmente no nos detenemos a hacerlo y eso que copiamos casi todo al vecino del norte, pero se notan más otras cosas que el agradecimiento; los vecinos dedican un día al año para agradecer lo que tienen, sin entrar en detalle si ya se comercializó o no la tradición que en su origen fue netamente agradecer la libertad y la generosidad de la naturaleza para alimentar a los Padres Fundadores. El Día de Gracias se celebra el último jueves de noviembre.
Ustedes, ¿que tienen qué agradecer de su vida, su año, mes o el día a día? Revise y se sorprenderá de lo bendecido que es.