En vísperas de que la nueva gobernanza entregue al Poder Legislativo la propuesta de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos 2022 para el estado de Zacatecas, es pertinente reflexionar sobre la sostenibilidad de nuestra máxima casa de estudios: la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Se trata de la institución de educación superior más importante de nuestro estado, que brinda sus servicios a más de 40 mil estudiantes en sus diferentes programas académicos, pero que hoy atraviesa por un serio proceso de reforma muy necesario para retomar la virtud de sus orígenes y devolverle la vocación que siempre debió prevalecer desde el inicio: generar alternativas de mejora para nuestro estado en todos los ámbitos de la vida pública y privada.
Sin embargo, aunado a los intereses que han pretendido apropiarse de la Universidad y utilizarla para sus propios fines, la institución también ha enfrentado serias dificultades económicas para sostenerse.
No son cosa menor las observaciones de las que ha sido objeto por la Auditoría Superior del Estado y la Auditoría Superior de la Federación, pues en cada cuenta pública se da cuenta de numerosas irregularidades que dejan ver los intereses que intervienen en el control que ha tomado la Universidad.
Pero dejamos de lado otro aspecto que resulta fundamental para el sostenimiento de la UAZ: su presupuesto, uno suficiente para garantizar su permanencia como la mejor institución de educación superior de carácter público y que por varias generaciones podamos seguir diciendo: “orgullosamente UAZ”.
Hacia el 2016, la Universidad recibía como presupuesto 1 mil 676 millones 498 mil 299 pesos, un monto que se incrementó a 2 mil 156 millones 304 mil 473 pesos en el 2021, y aunque representan más de 500 millones de pesos en un quinquenio, aún enfrenta un déficit presupuestal.
No todo se trata de extender la mano a la Federación para que salve a la UAZ. Recordemos que desde hace varios años se aplica en la Ley de Ingresos el Impuesto para la Universidad Autónoma de Zacatecas, y que representa hasta un 10% del presupuesto total de los ingresos que recibe la institución.
No obstante, también es conveniente precisar que son los contribuyentes y no el estado quien más aporta al sostenimiento de la Universidad. En el 2016, se captaban por este impuesto hasta 39 millones 621 mil 859 pesos, un monto que se disparó al año siguiente hasta alcanzar los 283 millones 750 mil 378 pesos. Para este año, según la Ley de Ingresos, se estima captar hasta 185 millones 786 mil 979 pesos de Impuesto para la UAZ.
Quien sea egresado de nuestra máxima casa de estudios tal vez no tenga objeción en pagar este impuesto para seguir manteniendo la educación de más de 40 mil estudiantes, que en realidad de ahí surge gran parte de la planta docente de las instituciones privadas, esas que cobran hasta 10 veces más que en instituciones públicas.
La UAZ, entonces, es semillero de los formadores de los futuros emprendedores, de los futuros ricos, de esa clase que aún sigue creyendo que “el pobre es pobre porque quiere”; una clase que se niega a seguir manteniendo a una institución de educación superior con carácter público.
La verdad es que en esta ecuación sobre el presupuesto para la Universidad falta un elemento fundamental: la aportación del estado. En el 2016, la UAZ recibió de parte del estado unos 279 millones de pesos, un monto que se redujo a 71.2 millones al año siguiente y que se ha mantenido en la misma proporción en los últimos cinco años.
Si la nueva gobernanza de verdad quiere mostrar su compromiso con nuestra máxima casa de estudios, debería empezar por integrar en su propuesta de Presupuesto de Egresos 2022 un monto superior al de la última administración, en un monto similar al que aportan los contribuyentes mediante el Impuesto para la UAZ.
De lo contrario, dará a entender que existe poca voluntad política para mantener la educación superior pública y gratuita para más de 40 mil estudiantes. A menos que sí pretenda etiquetar presupuesto para las Universidades del Bienestar, dándole la espalda a una institución que es Benemérita, con más de 50 años de historia y de la que han egresado numerosas generaciones de profesionistas que ponen su conocimiento y experiencia al servicio de Zacatecas.