Luna Nueva: La división de poderes en teoría y la realidad

Creo que ya me estoy volviendo “muy mayor”, me lo hizo notar Alex, el más pequeño de mis hijos, cuando hace un año le explicaba la división de los poderes del Estado; le contaba que recordaba todavía a mi profesor de cuarto grado, el profesor José Manuel Castorena de la Cruz en la primaria Profra. Ma. Soledad Fernández Bañuelos nos lo había explicado.

Recuerdo al profesor Castorena, de pie frente al grupo, con sus libros forrados sólo con papel, sin hule –entonces no se estilaba como ahora que todo lo que se forra piden que sea con papel contac–, nos enseñó, entre otras muchas cosas, que el Gobierno en México lo componían tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

No sé por qué lo recuerdo tan nítidamente, será porque inconscientemente sabía que lo necesitaría alguna vez en mi vida de adulta, pero recuerdo bien que el profe Castorena nos explicó que el gobierno no era sólo el presidente en México o el gobernador en Zacatecas, titulares de uno de los poderes, el Ejecutivo a nivel nacional y estatal, sino que se complementa con los titulares de los otros dos poderes.

Junto con esa información, nos enseñó que vivíamos en una República Democrática porque los gobernados elegíamos a nuestros gobernantes por medio de votaciones. Cuando le explicaba esto a Alex, con una sonrisita burlona me preguntó: ¿ya se había inventado la democracia cuando eras niña, mami?

Aunque está claro que su comentario fue para molestarme, a manera de broma, tiene mucho de profundidad… él no lo sabe, pero me hizo reflexionar de qué tan perdida está la democracia, tan cacareada en tiempos electorales y tan olvidada en el ejercicio del poder.

Y aunque es punto y aparte, la división de poderes también fue tema de análisis, no para Alex, sino para mí misma como en este momento en que a todas luces el Poder Ejecutivo pasa sin respeto sobre los otros dos poderes, de los cuales, uno, el Legislativo ha degenerado su razón de ser (hacer leyes, legislar) para ponerse a las órdenes del Ejecutivo, haciendo leyes a modo, modificando las que ya están, votando sus iniciativas sin siquiera cuestionar, es más hasta sin ver, aprovechado que de la democrática elección, el partido del que emanó el jefe del Ejecutivo es el mismo de la mayoría aplastante en las legislaturas.

Lo estamos viendo a nivel federal y a nivel local. No olvido cómo los diputados federales de inicio de sexenio modificaron leyes para, por ejemplo, crear la Guarida Nacional, como quería el Presidente; o cómo cambiaron la ley para que Paco Ignacio Taibo II pudiera ser el titular del Fondo de Cultura Económica y otras tantas cosas…

También tengo muy presente cuando el Presidente acusó al Poder Judicial de “estar podrido” y tener una “mentalidad ultraconservadora” por los amparos que frenan sus obras de infraestructura que, a mi juicio, son muy cuestionables.

A nivel local, en la Legislatura la mayoría aplastante del partido en el poder aprobó sin mover ni una coma, lo votaron ¡sin conocerlo! Y parece que el Poder Judicial tiene que mendigar a su igual, ¡para poder operar!

Todo esto me lleva a la cuestionarme ¿es verdad que hoy en día existe la división de poderes o la democracia?

Es verdad que cada gobernante trae su propio estilo, sus propias propuestas, su plan para gobernar, pero a veces –como ahora– la ciudadanía no entendemos las razones o motivos por los que hay cambios que parecen absurdos. Tal vez no lo sean, pero la cerrazón de quienes están obligados a informar a quienes los eligieron, convierten en una misión casi imposible entenderlos y muchos, en lugar de dar el beneficio de la duda, acaban casi hasta maldiciendo al ciudadano gobernador.

A su favor, como cualquier gobernante, de cualquier color o ideología, es que la gente de a pie, esa que no se preocupa por cómo se deshilan las medias o se deschongan los políticos por obtener un puesto en el servicio público, lo único en que se fijan es que las tortillas cada día están más caras, que los frijoles casi son un lujo y que tienen que vivir de prestado para pagar lo más básico; ellos, la mayoría, ni en el mundo hacen a los políticos y sus bilis.

Todo esto me lleva a preguntarme cómo explicar a Alex que lo que dice en sus libros de texto es cierto, pero sólo en teoría, que la realidad dista mucho de lo que nos enseñan en las aulas, porque ni democracia ni división de poderes hay ni en Zacatecas ni en todo México.