Ayer conmemoramos un día más del Día del Trabajo, por ello la reflexión de este lunes sobre el recuerdo de aquel 1 de mayo de 1886, cuando unos empleados de una fábrica de Chicago entraron en huelga con el objetivo de que escucharan sus peticiones de un trato más justo, con jornadas de trabajo de ocho horas y mejores condiciones para desempeñar sus labores.
A partir de entonces y en el contexto de la revolución industrial, se han venido ganado derechos en el trabajo, que si bien no son suficientes, son avances de unas jornadas casi esclavizantes antes de aquella huelga y las movilizaciones que se continuaron y extendieron por el orbe.
El trabajo es parte de nuestra condición como personas humanas. Gracias a nuestro trabajo o el de quien se depende, se aseguran o se pretenden asegurar las necesidades básicas de nuestra existencia y el desarrollo de nuestra vida. Es una operación retribuida, resultado de la actividad humana; y también es conceptualizable como el esfuerzo humano aplicado a la producción de la riqueza.
Es así que el trabajo, gracias a lo que conmemoramos, origina la necesidad del establecimiento de normas tendientes a la protección de quienes sólo poseen su fuerza de trabajo. De este modo, el denominado “Derecho al Trabajo” implicó la aparición de un catálogo de derechos humanos, también conocidos como derechos humanos laborales, que son inherentes por el sólo hecho de ser persona y trabajar.
Los derechos humanos protegen a quienes hacen del trabajo lícito su modo de subsistencia y posibilitan su ejercicio para que las personas laborantes realicen su actividad en plena libertad.
Estos derechos humanos constituyen un catálogo de prerrogativas que al desarrollarse derivan en lo que podemos identificar como justicia del trabajo.
Los derechos humanos laborales se encuentran íntimamente ligados a la seguridad social, al derecho a la permanencia en un empleo, al derecho a ser indemnizado en caso de despido sin causa justa o legal, a un salario, a una vivienda, a capacitación y adiestramiento, a una jornada máxima laboral, a la seguridad social, al reparto de utilidades, el derecho a la asociación profesional, entre otros.
Es responsabilidad de todos informarnos sobre nuestros derechos laborales, forjar y difundir una cultura laboral para que nuestros derechos sean salvaguardados y respetados, y en el caso de ser transgredidos, que se intente reparar el daño. Excelente semana.