En cumplimiento a lo que mandata la Ley Orgánica del Poder Legislativo en su artículo 92, que a la letra dice: «El día 8 de septiembre de cada año, el Gobernador o Gobernadora del Estado acude ante la legislatura del Estado para presentar por escrito el informe de las actividades realizadas y el estado que guarda la Administración Pública Estatal con base en el Plan Estatal de Desarrollo».
Posteriormente, «en las sesiones ordinarias de la Legislatura correspondientes a la primera quincena del mes de octubre de cada año, dará inicio la glosa del informe por lo que los titulares de las dependencias y entidades de la Administración Pública Estatal, acudirán al Congreso del Estado para contestar los cuestionamientos que las y los diputados les formulen respecto del contenido del informe» y con ello cerrar el ciclo democrático con la rendición de cuentas.
En ese sentido, se puede decir que en el segundo informe del Ejecutivo estatal está plasmada una realidad que sólo existe en su cabeza y en la de sus floreros, pues habla de apoyos y avances en todos los rubros de la administración gubernamental. Así sin rubor alguno, en la vida real, ignora la reiterada solicitud que los trabajadores de la salud le han hecho al titular de esa importantísima área de atención a la población, debería entregar su renuncia, toda vez que los trabajadores con cuentan con los mínimos elementos para desarrollar su labor, no hay medicamentos, ni material de curación, mientras que desde la dirección sólo ha atinado a propiciar un ambiente laboral hostil.
El campo está completamente olvidado por esta administración que presumía de un movimiento denominado el “Monrealismo” y cuyos orígenes, dicen, son campesinos. Ese movimiento hoy día es polvo de viejos lodos, no hay ninguna duda, ahora el campo padece los estragos de la naturaleza ante la escasez de lluvias, a tal grado que sólo en la zona de los Cañones habrá cosechas de manera regular y en lo que resta de tierra cultivable en el territorio zacatecano sólo alrededor del 20% habrá cosecha y ni qué decir de la mortandad de cabezas de ganado, como consecuencia de la falta de agua y pastos, mientras las autoridades hacen oídos sordos a los legítimos reclamos de los campesinos que exigen se solicite se declare zona de desastre y tener acceso a algún apoyo.
En tanto la inseguridad, en estos momentos alcanza uno de los picos más altos, para muestra basta el terrible asesinato de seis de los siete adolescentes que fueron levantados en una comunidad del municipio de Villanueva por la delincuencia organizada y cuyos padres de los muchachos tuvieron que tomar medidas radicales para hacer valer su exigencia de que las autoridades atendieran su búsqueda.
Es verdaderamente lamentable, pero hasta ahora todo ello quedará en el silencio del tiempo, ¿cuál hubiera sido el resultado si la búsqueda hubiera sido intensa a partir del momento en que se realizó la denuncia que pusieron sus familiares? La verdad es que el amplio catálogo de delitos no ha disminuido en los tiempos de la Nueva Gobernanza, seguimos con dos municipios que ocupan los primeros lugares de inseguridad en todo el país.
Y así en educación, donde ni siquiera lo más elemental existe, como es tener la plantilla de maestros frente a grupo completa. O los resultados en economía, que es una verdadera tragedia estar en manos de acosadores y hostigadores sexuales y laborales. Pero lo que sí es el colmo, es que aún la razón de todos los males de este Estado fallido no sea la ineficiencia, la indolencia y la mediocridad, sino la herencia maldita mientras transcurre la glosa por el segundo informe de gobierno de este insufrible sexenio.