El mejor amigo de mi hijo mayor fue asesinado de una forma atroz. Sobrevivió sus últimos días conectado a máquinas que con electricidad inútilmente intentaron arrebatarlo a la muerte, en medio de una dolorosa agonía para él y todos los que tuvieron la fortuna de convivir con él en alguna época de su vida.
Cada lunes, casi como un ritual, Alan jugaba videojuegos con mi hijo Carlos, ambos treintañeros con gustos similares; se encerraban en la habitación de mi muchacho hasta ya muy entrada la noche para platicar de la vida, comentar sus problemas y sus anhelos, se daban consejos y bromeaban de todo un poco.
Mi hija Mariana inició amistad con él antes que Carlos jugando “maquinitas” en una cochera a unas casas de donde viven mis papás, fueron muchos años de convivencia con él, incluso fue chambelán en los 15 años de mi hija.
La amistad entre Alan y Carlos es de esas que si se pudieran enmarcar mostraría al mundo lo que es la lealtad, camaradería y apoyo entre amigos, ejemplo de una amistad que trasciende en el tiempo.
Fue un joven bien parecido, de finos modales, atento y alegre; siempre tenía un saludo amable para todos y aunque no lo conocí en su ámbito laboral, me atrevo a decir que fue un muy querido y respetado compañero de trabajo, decenas de arreglos florales en su funeral con dedicatorias específicas dieron cuenta de ello al igual que muchos dolientes que era evidente, eran sus compañeros de trabajo.
Sin temor a nada, hombres y mujeres mostraron su dolor; sus rostros no ocultaron su inmensa tristeza, muchos dejaron correr sus lágrimas por sus mejillas, casi sin control, ante la prematura muerte de su amigo.
Alan fue un gran ser humano en toda la extensión de la palabra, por eso resulta inaceptable su muerte, porque nunca hizo daño a nadie, pues era un buen padre de familia y esposo, excelente hijo, buen amigo y trabajador responsable. Era ingeniero civil. Aun después de su muerte regaló vida, pues por su expresa voluntad se donaron sus órganos.
Hace años, cuando oía noticias de asesinatos, ejecuciones entre delincuentes, fallecimientos por fuego cruzado, porque alguien estuvo en el lugar y hora equivocada, lo veía como algo muy lejano a mi realidad, pues que yo sepa, ninguno de mis seres queridos se mueve en el bajo mundo para temer por su vida; pero la terrible noticia de hace unos días sacudió mi mundo.
En mi realidad ya no basta con ser buena persona, no meterse en asuntos que no le incumben a uno, trabajar con responsabilidad y evitar lugares que sabemos son peligrosos; ahora para mí, cualquier lugar es peligroso porque en cualquier lugar podríamos perder la vida a manos de insensibles seres que sin remordimiento arrancan la vida a quien sea, sin distinción de edad o género.
De enero a noviembre de 2023 se denunciaron 3 mil 913 delitos contra la vida y la integridad corporal en Zacatecas, según da cuenta el informe de Incidencia delictiva del fuero común de Zacatecas, del Secretariado de Seguridad Pública; de ese total 907 fueron homicidios y de esos, 626 fueron cometidos con dolo, es decir, no fueron accidentales. Es decir las cifras oficiales dan cuenta que al menos 626 personas fallecieron a manos de un semejante.
Realmente espero que la tragedia de Alan no sólo engrose las escandalosas estadísticas que a los periodistas dan de qué escribir, a los policías y gobernantes trabajo y a los seres queridos de las víctimas mucho dolor; realmente espero justicia para Alan y para todos las víctimas del desamor, la maldad y la oscuridad en la que tristemente viven decenas, tal vez cientos de hombres y mujeres.
¡Justicia para Alan y para todas las víctimas de la descomposición social!
¡Justicia para Alan y para su esposa e hijos!
¡Justicia para Alan y sus padres y hermanos!
¡Justicia para Alan y sus amigos!
Te abrazo, hijo mío, por la gran pérdida que has sufrido a manos de delincuentes infames.
Mi más sentido pésame, cada día se ven más caras dolientes por la perdida de algún ser querido y seguimos esperando respuesta del porque, misma que no se nos da por ningún Medio como dices se perdió el amor a la vida. Y solo nos queda impotencia y dolor.
Yo también quiero justicia para mí sobrino Alan y que no quede en una estadística más su asesinato y que la justicia aga lo que tienes que hacer que es encontrar a lo culpables y que pagen por lo que han hecho