Esta semana mi hijo menor, Alex, no ha ido a clases. Su escuela, aunque es estatal, se sumó al paro nacional de trabajadores de la educación, encabezado por la CNTE, que desde el 14 de mayo está en plantón en el zócalo de Ciudad de México.
Como padres de familia muchos estamos preocupados porque están en la recta final del ciclo escolar y aunque algunos muchachos son muy listos y con una leída rápida a sus libros aprenden, otros no lo son tanto y requieren, necesariamente, la explicación y guía de sus maestros.
Sin embargo, yo no podría reprocharles algo a los profes, pues aunque a muchos, si no es que a la mayoría, molestan los plantones, marchas y las tomas de casetas y edificios públicos y privados, la verdad es que su lucha es legítima porque están peleando por algo que ya tenían y se les quitó.
En ese espejo nos deberíamos ver todos, porque muchas de las prestaciones para los asalariados, que se habían logrado en años, las hemos ido perdiendo poco a poco, y nadie ha levantado la voz para quejarse, al menos no lo suficiente como para hacer notar el descontento del que se habla en las oficinas de gobierno, en los cafés, las reuniones familiares o de amigos, en el taxi o en la casa: las nuevas disposiciones para jubilarse o pensionarse han cambiado diametralmente los últimos años, no sólo en el ISSSTE, también en el IMSS, además ya casi a nadie dan IMSS en los trabajos o no dan utilidades… entre otras prestaciones.
Mi padre es jubilado, trabajó casi 45 años en el servicio público federal y aunque pudo retirarse antes, no lo hizo, porque el viejo es de los hombres con un alto sentido de la responsabilidad y porque además le gustaba su chamba; trabajó haciendo presas en todo el estado y hoy vive una vejez más o menos sin preocupaciones, pues recibe mensualmente su pago y no teme que en algún momento “se le acabe”.
Yo soy la última generación que podrá pensionarse, si elijo esa modalidad, pues está la trampa del ahorro de las Afores, que muchos no quisieran perder al tener que elegir, pero mis hijos ya no podrán hacerlo, ellos tienen que ahorrar desde ya, por su cuenta, para asegurarse un capital cuando ya sean viejos y no puedan trabajar.
En fin, sin adentrarme en detalles de leyes, reformas, porcentajes y más cosas, no olvidemos que hemos perdido mucho todos, estoy segura que si los profes no bajan la guardia, persisten y resisten abrirán la puerta para que haya buenos cambios.
Dejando de lado si es justo o no lo que demandan los trabajadores de la educación –abrogación de la Ley del ISSSTE 2007 y de la Reforma Educativa; aumento salarial del 100% directo al sueldo base; reinstalación inmediata de trabajadores cesados; eliminación de la UMA y del régimen de cuentas individuales; justicia social y democracia sindical, e incremento del presupuesto público en salud y educación– la verdad es que no sólo ellos han perdido puesto que muchos padecemos lo mismo en el país entero, no sólo en Zacatecas, porque la Ley Federal del Trabajo es letra muerta.
La Ley Federal del Trabajo establece una serie de prestaciones sociales que deben ser otorgadas a los trabajadores –obvio, por ley– que van desde aguinaldo, prima vacacional, prima de antigüedad, vacaciones, días de descanso, permisos de paternidad y adopción, licencia por maternidad, participación en utilidades y periodo de lactancia, entre otras, y ya no digo las que se nombran como “superiores a la ley”, como bonos de desempeño, días de descanso adicionales, guarderías y apoyo para el cuidado de hijos, capacitación y desarrollo profesional y fondos de ahorro, esas ya casi nadie las da, si no dan las de ley, estas menos.
Y ya sólo en papel quedaron la obligación del patrón de registrar a sus trabajadores en el IMSS y todo lo que de ello deriva, como asegurar la atención médica, protección y reconocimiento de los riesgos de trabajo y pensiones, entre otras cosas; la gran mayoría de empleos no atienden ni siquiera este apartado que es crucial para cualquier persona, porque se trata de la salud, ¿y qué hacemos? Nada. Aceptamos que nos contraten sin las prestaciones mínimas, sin seguridad social ni vacaciones ni derecho a faltar porque falleció un familiar.
¿Por qué? Porque a pesar de los rimbombantes anuncios oficiales de generación de empleo, la verdad es que no hay dónde acomodarse, y terminamos donde haya, con salarios miserables, sin seguro social y donde les cuentan a los empleados los minutos que usan para alimentarse. ¡Estamos igual o peor que los maestros!
La 4T se ha empeñado en señalar que todo lo que está mal en México es producto de la corrupción de los gobiernos anteriores a 2018 y se ufana al afirmar que ellos sí están haciendo todo bien, que ya no roban, que no son corruptos, que no mienten… pensemos que pudiera ser cierto, entonces… ¿por qué no hacen nada para verdaderamente corregir lo que hicieron mal sus antecesores?
En el caso de los maestros sería muy fácil regresarles sus viejas prestaciones a los profes, López Obrador nos mostró, con suma desfachatez, la sencillez con que se hacen reformas a la Constitución Mexicana para obtener lo que quiso… ¡que lo haga la Presidenta! Así se ganaría al sindicato más grande de América Latina, el de los maestros, al regresarles las prestaciones que perdieron y de paso, nos beneficiaría al resto de los ciudadanos, porque regresaría el bullicio a los planteles escolares.
Creo que no lo hace, ni lo haría nadie con dos dedos de frente, porque sabe que al hacerlo no habría forma de hacer frente a las miles de jubilaciones y pensiones que debería pagar, por ejemplo, pues, sin defender a nadie, ciertamente hay un trasfondo financiero de gran impacto en la economía nacional, lo que llevó en el pasado a hacer reformas, en este caso la Ley del ISSSTE, para evitar catástrofes.
Esta es una oportunidad de oro para la 4T para demostrar que lo que hicieron sus antecesores estuvo mal hecho, está bien, entonces, que lo componga ahora, que resuelva, los maestros y el resto de los mexicanos se lo agradeceremos.

Excelente reseña de un problema enorme que aqueja a los mtros. Felicidades y gracias por compartir