Entre el Primer Informe de Gobierno, el inicio de “la nueva era” de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los pleitos en el Senado y el evidente revanchismo de todos los políticos en el poder, entre otras muchas cosas, me queda más claro que nunca que mi país se desmorona ante los ojos de todos, con muy pocas posibilidades reales de detener esa vorágine que nos traga como la prevenible plaga de chapulines que devora en Zacatecas al frijol que tanto presume la 4T como la panacea de la soberanía alimentaria.
No defenderé a los antiguos regímenes, sinceramente creo –por los evidentes acontecimientos del pasado y sobre todo del presente– que se ha desvirtuado totalmente el significado del servicio público y que si se pelea tanto un puesto de elección popular no es porque los aspirantes estén genuinamente interesados en servir a su país y a su gente, sino a servirse de ellos y con la cuchara grande.
También creo que gobernar, legislar o impartir la justicia no es tarea fácil; ni siquiera es fácil hacerlo en una familia porque hay más de una opinión, porque aunque a todos los miembros los unan los mismos intereses, cada quien tendrá su propio punto de vista, su propia forma de hacer las cosas y su propia forma de comunicarlo, ahora traslademos ese microuniverso a todo un país habitado nada menos que por 130.9 millones de personas (Inegi 2024), sencillamente, es una tarea titánica.
Sin embargo, no creo que sea imposible porque para ello hay leyes escritas que habían funcionado medianamente hasta antes de 2018, cuando quienes ostentaban el poder no la manoseaban para hacer reformas a modo que les permitieran poner en marcha “sus grandes ideas” –recuerden cómo fue que se creó la Guardia Nacional y cómo se impuso al director del Fondo de Cultura Económica, entre otras reformas–.
Digo medianamente, porque pecaría de ingenua al afirmar que la totalidad de gobernantes respetaron a raja tabla las leyes, lamentablemente no lo hacen, pero especialmente ahora es como si las leyes sólo aplicaran para los gobernados, sobre todo para quien menos tienen o para los iletrados.
Nuestra Carta Magna contiene todo lo que una nación necesita para vivir en paz, con igualdad y justicia. Recuerdo aún mis clases de civismo de la primaria en las que nos enseñaron que ésta fue inspiración para otras Constituciones en el mundo, porque fue pionera en la inclusión de temas sociales como el reparto agrario y la legislación laboral, la soberanía nacional, los derechos humanos, el federalismo, la división de poderes –que hoy tristemente ya se perdió– y la democracia representativa –que agoniza–.
¡Sólo del artículo 1 al 29 habla de las garantías individuales!, que aunque no me lo dijeron en clase, veo claramente que están incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en 1948, algunos años después que nuestra Constitución.
Estamos sobre la fina línea que separa la seriedad política del ridículo insultante; nuestros representantes en los tres poderes de la Nación, sí, ahora también así se deben contar a los magistrados, ¡ya hacen campaña para obtener un puesto!, viven en una burbuja en la que sólo ellos cuentan, exigen respeto, pleitesía y casi culto.
Sin embargo son de memoria corta, cola larga y piel muy delgada. Se les olvidó que llegaron con una serie de promesas de mejorar al país, de alejarlo de la corrupción y la pobreza, promesas sostenidas invariablemente en el discurso peyorativo y abundante en descalificaciones a sus antecesores, pero muy pronto olvidaron lo que prometieron y resultaron igual o peor que “los otros”.
Es inaudito que ahora exijan respeto, como en el caso de Andrés Manuel López Beltrán que se queja de que le pongan apodos al llamarlo Andy, cuando desde “el púlpito presidencial” salieron los términos fifís, La Chachalaca, Fuchi Caca, El Borolas, Ricky Riquín Canallín, Mafia del Poder, etc…
Noroña muy “digno” acusa a Alito Moreno de agredirlo, pero se le olvida cuando él siendo oposición también agredió y violentó a mucha gente, no una vez sino muchas…
Piden que les creamos, cuando por ejemplo, en Zacatecas, el discurso recurrente es que somos referente en seguridad ¡a nivel internacional!, cuando, al igual que otros estados del país, vemos a madres buscando a sus hijos con sus propios recursos entre la basura, en despoblados y otros lugares insospechados.
En Zacatecas pareciera que el gobernador sólo gobierna a la gente de su partido, aunque todos, aun los que no votaron por él, carguen con las consecuencias de sus desatinos, su desdén continuo a los presidentes municipales de otros partidos caracteriza a su gobierno como uno sin diplomacia, cortesía ni un mínimo de civilidad política.
Los maestros, a quienes les pidió su voto para llegar a la gubernatura, son maltratados rampante e impunemente al no pagar sus salarios y prestaciones a tiempo…
Entonces, ¿cómo es posible que la Presidenta con A salga a decir que “Vamos bien y nos va a ir mejor”, pero hay un gran silencio respecto a la falta de medicamentos, de que en los hospitales, esos mejores que los de Dinamarca, donde no hay ni material ni personal suficiente, que difieran una cirugía un año o dos porque no hay forma de trabajar, eso es lo que vemos los mexicanos que vivimos en el México que Morena no ve.
Y nuestros nuevos magistrados, quienes aplicarán las leyes emanadas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, inician la nueva era con una ceremonia con la que atropellan las leyes que deberán aplicar: violentan el artículo 40 de la Carta Magna que establece que el país es una república laica y el artículo 130 que establece la separación del Estado y la Iglesia.
¿Qué hubieran dicho si en lugar de una ceremonia como esa hubieran empezado su periodo en una misa católica, en un servicio de los Testigos de Jehová o una tenida masona? Eso me pareció más show que una ceremonia formal de investidura de las personas que encabezarán el Poder Judicial; en privado pueden creer y participar en cualquier tipo de ceremonia, pero no como magistrados ¿cuándo se había visto?
En este país que se presume como soberano, libre, democrático, poco a poco la 4T ha ido desapareciendo instituciones que funcionaban bien, como el INE garante y vigilante de las elecciones.
Afirman que ya no hay corrupción y ni siquiera tienen el recato de ser discretos y disfrutan exhibiendo sus nuevas vidas de millonarios y cuidado que alguien los señale, cuestione o critique porque usan todo el peso del Estado para perseguir, sancionar, castigar y si se puede encarcelar a sus opositores; casos hay muchos: Noroña no aguantó ser increpado por un ciudadano y movió sus influencias para lograr una disculpa pública, la diputada Dato protegido logró una disculpa pública, sanción, multa y etiqueta de agresora, también está el caso Dora la Transformadora; en Puebla se penaliza el ciberacedio con cárcel con una ley ambigua; en Campeche se logró callar a un periodista, se clausuró su medio y se le obligó a pagar millones “por difamar”…
Y en Zacatecas está el reciente caso del abogado que se ha convertido en la piedrita en el zapato del gobierno, si es culpable o no de lo que le imputan, es otra cosa, pero nunca como en su caso la ley ha sido tan pronta y expedita, sospechosamente.
Si no quieren que se les cuestione o critique, en lugar de ser políticos (figuras públicas) hubieran elegido ser ingenieros, contadores o guías de turistas…
En el pasado nunca oí que alguien fuera reprendido por burlarse de las orejas de Salinas de Gortari, por hacer memes de Calderón por su gusto al brandy o por reírse hasta el cansancio de Peña Nieto…

