Los terremotos, inundaciones, huracanes, incendios forestales, sequías, erupciones volcánicas, deslizamientos, entre otros fenómenos de la naturaleza siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, el rápido crecimiento de la población, el deterioro y contaminación del medio ambiente y el aumento de la pobreza han contribuido a convertir estos fenómenos naturales en desastres que causan grandes pérdidas en vidas humanas, infraestructura y bienes materiales.
A nivel mundial, los países se enfrentan a fenómenos cada vez más graves, impulsados por fenómenos meteorológicos extremos y una planificación que ignora los riesgos. Es lamentable que conociendo los riesgos que existen en determinadas zonas, no exista una cultura de prevención.
No todos los riesgos de desastres son producidos por la naturaleza, algunos son provocados por el ser humano, como, por ejemplo, la mayoría de los incendios forestales son causados directa o indirectamente por el ser humano, cuando se olvida apagar las fogatas de un campamento, cuando se quema la hierba antes de sembrar.
En 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que se celebraría el segundo miércoles de octubre. A partir de 2009, la celebración pasó al 13 de octubre y cambió de nombre, llamándose a partir de entonces, Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD). El motivo de este cambio se debe a que, según la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR):
«Los desastres no son naturales, sino que son el resultado de las omisiones y la falta de prevención y planificación ante los fenómenos de la naturaleza«.
El lema del Día Internacional para la Reducción del riesgo de desastres en 2025 es: «Financiar la resiliencia, no los desastres», que se centra en la necesidad de un cambio fundamental en la forma en que el mundo invierte en resiliencia.
La campaña destaca la alarmante disparidad entre el aumento de los costos económicos de los desastres —estimados en más de 2.3 billones de dólares anuales si se consideran los costos indirectos— y la insuficiencia de inversión en la reducción del riesgo de desastres. Para corregir este desequilibrio, la campaña 2025 hace hincapié en dos llamados a la acción:
- Aumentar la financiación para la RRD, especialmente en los presupuestos públicos y la asistencia internacional.
- Garantizar que todas las inversiones del sector público y del sector privado estén informadas sobre los riesgos y sean resilientes.
A pesar de ello, la inversión en la reducción del riesgo de desastres (RRD) sigue siendo escasa. Menos del 1% de los presupuestos públicos se destina a la RRD y solo el 2% de los proyectos de Ayuda Oficial al Desarrollo incluyeron la RRD entre sus objetivos. Dentro del sector humanitario, la cantidad de fondos para la prevención y preparación ante desastres también ha disminuido.
Un problema importante es que las estrategias económicas, tanto públicas como privadas, suelen ignorar estos riesgos. El sector privado, que controla el 75% de las inversiones, suele pasar por alto las amenazas climáticas, lo que aumenta la vulnerabilidad y las posibles pérdidas.
Desastres que se están viviendo en México
En el Pacífico, el Huracán Priscilla categoría 1, que después alcanzó la categoría 2, luego perdió fuerza y se degradó a tormenta tropical, para la tarde del viernes 10 de octubre se intensificó, provocando lluvias intensas en Baja California Sur, Sinaloa y Nayarit, así como en Los Cabos, Jalisco y Colima.
Desde el 6 de octubre el Servicio Meteorológico Nacional advirtió de lluvias torrenciales con alto riesgo en el norte de Veracruz, Tamaulipas, Puebla, la Huasteca, San Luis Potosí, Hidalgo y Querétaro.
La segunda semana de octubre la tormenta tropical provocó lluvias intensas que desataron una emergencia nacional afectando gravemente a Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí, Querétaro y principalmente a Veracruz.
Poza Rica, Veracruz, fue uno de los lugares con más damnificados, una gran cantidad de familias se vieron afectadas por las severas lluvias y el desbordamiento del río Cazones, dejando comunidades sin luz, viviendas inundadas o destruidas, puentes colapsados, vehículos arrastrados por la corriente, calles bloqueadas por los escombros y lodo.
En Tlachichilco se reportaron personas atrapadas. El riesgo continúa por el crecimiento del nivel del río Pánuco para las familias que viven a la orilla del río, por el peligro del desbordamiento.
Ante la falta de previsión del gobierno tanto estatal como federal para atender a tiempo el desastre y desalojar a las familias, se desestimó el riesgo, la gobernadora minimizó los daños y cuando el problema ya estaba rebasado se presenta la Presidenta, causando en las familias afectadas la reacción de enojo e indignación y exigiendo atención inmediata y acciones efectivas.
Además de que el Servicio Meteorológico Mexicano estuvo informando constantemente de los riesgos que se corrían, existe un atlas de vulnerabilidad donde se tienen identificadas las regiones que son más vulnerables, pero faltó empatía, compromiso e interés por parte del gobierno para atender a las familias a tiempo.
De igual forma, algunas comunidades de Pahuatlán, Puebla como Huauchinango, Xicotepec de Juárez, Ahuacatitla y Xochimilco llevan seis días incomunicados, sin agua ni alimentos, ni medicinas y sin ayuda de los gobiernos.
En Querétaro, las fuertes lluvias provocaron que el jueves la presa de Jalpan en la Sierra Gorda se desbordara, causando graves inundaciones y deslaves que provocaron el cierre de la carretera federal 69, algunos caminos rurales quedaron dañados, así como vehículos atrapados en el agua. En esta entidad sí hubo pronta respuesta por parte del gobierno estatal.
En Tampico, Tamaulipas también hay damnificados debido al crecimiento del río Pánuco. Después de seis días de afectaciones apenas planean enviar despensas y medicinas.
Hasta el día de ayer se reportaron más de 100 municipios dañados, más de 100 mil viviendas afectadas, autos destrozados y al menos 64 personas fallecidas (29 en Veracruz, 21 en Hidalgo, 13 en Puebla, 1 en Querétaro) y al menos 65 personas desaparecidas (18 en Veracruz, 4 en Puebla y 41 en Hidalgo).
Acciones pendientes para la reducción de riesgos
Si el Servicio Meteorológico Mexicano prevé los riesgos y existe un Atlas de riesgos, hay normas, pero no se aplican. Se requieren acciones efectivas del gobierno, como aumentar la inversión en infraestructura estratégica y tener un buen ordenamiento territorial, para una buena planeación urbana y tener un plan de prevención, que Protección Civil actúe con oportunidad, contar con refugios para damnificados, para evitar que este tipo de riesgos que se convierten en desastres se repitan.
No podemos evitar que ocurran los fenómenos naturales pero los riesgos pueden reducirse si somos cuidadosos con el medio ambiente, los ciudadanos debemos contribuir a tomar acciones preventivas en nuestra comunidad, hacer lo que nos corresponde, como dejar de tirar basura en las alcantarillas y ríos, plantar árboles, no construir viviendas en zonas de alto riesgo.
Los desastres son problemas que precisan la puesta en marcha de políticas concretas y recursos para reducirlos. Los gobiernos deben crear conciencia sobre la necesidad de reducir el riesgo de desastres, que incluya a todas las personas, especialmente a las más vulnerables. Este día internacional nos da la oportunidad de buscar estrategias para anticipar y responder mejor al riesgo para reducirlo y abordarlo con mayor eficacia y aumentar la resiliencia.

