En el barrio en el que crecí y donde aún viven mis padres hay algunas personas que reciben “la beca” que el gobierno federal regala en masa, a quienes saludo regularmente cuando voy de visita.
Uno de los beneficiarios –al que llamaré don Juan– ya roza los 72 años, es jubilado y tiene un largo historial de alcoholismo que no es secreto para nadie, puesto que se junta con otros hombres a los que el alcohol también les ha robado la lozanía de la juventud y ahora es engañosa su edad, pues aunque parecen ancianos, tal vez no rebasan los 50.
De los demás no sé mucho, solo que en el barrio son tristemente célebres porque sin importar ni el día ni la hora, es muy común verlos cerca de las vías del tren degustando entre ellos o… peleando.
En sus ratos de sobriedad de pronto don Juan tiene alguna plática banquetera con algún vecino. A mí ya me tocó una de esas. Me detuvo para preguntarme si ya había analizado por quién votaría en las próximas elecciones y sin darme tiempo a responder me dijo palabras más palabras menos:
“Yo ni duda tengo. El bueno es este presidente y su gente… a ver ¿cuándo nos habían dado algo? ¿Cuándo nos habían dado dinero? Los otros nomás roban y roban y nunca nos dieron nada”.
La verdad, hervía mi mente con muchísimas cosas que quería decir; razones por las que no estaba de acuerdo con él, argumentos que tal vez no sean los acertados, pero hubiera valido la pena debatir con alguien un poco más congruente.
Le seguí la corriente por cortesía, apuré a despedirme y me fui pensando en qué tanto le podría servir esa beca a don Juan y su familia, pues su esposa, también ya entrada en años, aún trabaja porque dice en tono de resignación que con la pensión del marido no le alcanza a cubrir los gastos de la casa porque todo está carísimo.
Dentro de mí hice cuentas rápidas a propósito de esta colaboración y vi que sí, es mucho dinero los gastos domésticos de cajón: el gas casi a 700 pesos, por el agua, que llega solo dos días a la semana cuando hay suerte, se pagan 300 pesos, de la luz 500 pesos.
Sé que ella está enferma y que aunque goza de los servicios del ISSSTE, no hay medicamentos y los tiene qué comprar ¡desde antes de la pandemia!, luego, con las restricciones de distanciamiento para evitar contagios el último año no pudo ir a consulta de rutina con su especialista y –al menos dos veces– debió pagar consulta privada. Y como si fuera poco, el alcoholismo del marido…
Tengo entendido que al menos una de las hijas de don Juan tuvo beca de estudios hace unos años, ahora ya es profesionista y que él y su esposa tienen o tuvieron credencial de descuentos de adulto mayor… desconozco si tuvo algún otro apoyo, pero para mí, eso ya es apoyo del gobierno que haya estado en función.
Es decir, que en mayor o menor medida todos los gobiernos ayudan a la gente, y hasta ahora, lo habían hecho sin “descobijar” sectores importantísimos como el de salud, educación o inversión en general, por mencionar algunos.
También es verdad que en todos los gobiernos hay fallos y equívocos, es de humanos errar, creo yo, pero desde mi punto de vista no veo muy correcto que “en masa” se den apoyos económicos indiscriminadamente dejando sin fondos otros rubros.
Mi madre, que no sabe nada de política o políticos, está sumamente afectada cuando piensa que los niños con cáncer ya no reciben apoyo del gobierno, ¿a dónde se fue ese dinero?
Sencillo: si no está en el aeropuerto Santa Lucía, en el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o pagando la renta del hangar donde guardan el avión presidencial, que no es cualquier cosa porque además se paga en dólares… ese dinero se está repartiendo, por igual a quien lo necesite como a quien no, en becas como semilla electoral en tierra fértil.
Conozco a contadores, ingenieros o maestros que viven holgadamente, en zonas habitacionales que distan mucho de ser populares, que reciben una beca cuando claramente no necesitan un “apoyo extra”, sin poner a discusión el esfuerzo o trabajo que hicieron durante sus vidas productivas.
En todo esto hay algo que sinceramente no me cuadra, aunque sí, y menos ahora que me voy enterando que el próximo blanco para “destripar y repartir” son las afores, pero ese es otro tema…