Estamos entrando en la temporada de huracanes, lo que aparte de darnos alegría, ya que llega agua a los campos después de una sequía prolongada, también genera preocupación por los daños materiales y pérdidas humanas que esto genera. Al mismo tiempo, se han dado a conocer algunas leyendas urbanas, mitos o realidades sobre los huracanes.
Por un lado, tenemos la Playa Miramar de Tampico, Tamaulipas, donde se cuenta que en el fondo del mar se encuentra una base submarina de extraterrestres que protegen el puerto de los desastres naturales como los huracanes.
Este mito o leyenda urbana cobra mayor importancia cada que uno de estos fenómenos se presenta con dirección a Tampico, y misteriosamente cambia de dirección sin llegar a causar daños en el lugar.
Esta leyenda toma tanta importancia que en el malecón se han colocado las figuras de extraterrestres y se vende una gran cantidad de productos turísticos con su imagen.
Por otra parte, recientemente en Yucatán se colocó una estatua de Poseidón, y con la cercanía de los dos huracanes que se acercan ha comenzado a surgir entre la población del estado la necesidad de quitarla o tumbarla, ya que dicen que el dios Chaac, dios de la lluvia, los relámpagos y el trueno, está enfurecido por la presencia de la estatua en su región. Según ellos, lo anterior podría ser la razón por la que el estado estaría sufriendo la ira del huracán Beryl.
Además, cuenta la leyenda extendida por el Caribe que cada huracán es el espíritu de una mujer africana que fue robada, violada, golpeada, asesinada y arrojada por la borda de uno de los buques de esclavos en ruta hacia el continente americano.
Esta sería la razón por la que casi todos los huracanes comienzan en el mismo punto de éxodo de África, el punto de la comercialización de esclavos del Atlántico y explicaría por qué estas tormentas siempre golpean las escalas e islas donde los esclavos eran vendidos en las costas del Caribe y América. La palabra huracán provendría de Hurricane y ésta, de Her-ricane.
Los huracanes actualmente son denominados con nombres de personas para su identificación, pero no siempre fue así; la costumbre hasta hace poco era la de bautizar el huracán de turno según el santo del día. Así, Santa Ana golpeó Puerto Rico el 26 de julio de 1825.
El primero en utilizar nombres de personas para los huracanes fue un meteorólogo británico, Clement Wragge (1852-1922), quien comenzó a utilizar nombres femeninos para referirse a las tormentas tropicales y cuando éstas eran especialmente fuertes recurría a los nombres de los políticos de su época que menos le gustaban.
Los nombres de mujer se consolidan entre los meteorólogos norteamericanos de la segunda Guerra Mundial, y en 1953 en Estados Unidos se convierte en oficial la práctica, hasta que algunas feministas se manifestaron para mostrar el desagrado de muchas mujeres por ser asociadas arbitrariamente con el desastre que generan estos fenómenos naturales.
Hoy en día, los nombres de los huracanes son decididos por un Comité de la Organización Mundial Meteorológica, entre todos los países involucrados determinan los nombres a utilizar en orden alfabético y en los 3 idiomas más hablados en la zona por donde se desplazan, la lista se repite cada 6 años, y algunos de ellos son retirados teniendo en cuenta la intensidad o efectos secundarios que dejaron a su paso, por ejemplo: Andrew, George, Katrina y algunos otros no se volverán a ver en la lista de nombres.
Recordemos que la temporada de ciclones tropicales que se extiende desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, cada año las medidas que toman las navieras cuando se viaja en cruceros en esta época, hay fechas como los meses de agosto a octubre donde se ofrece menos estos servicios. Si bien son un tema interesante los huracanes, por el fenómeno natural que generan, es importante saber que tienen algo de magia en su historia.